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Taller de marionetas: un proyecto en tres fases (III)

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Y llegó el momento de la representación. Pero antes, no hay que subestimar la importancia de toda la preparación que ello implica. Basamos nuestras obritas en la improvisación. Las marionetas de R y A comenzaron a interactuar la una con la otra:

– Hola Sr. Batman, encantado de conocerle.

– Lo mismo digo, Mr. Payaso-Zombie.

Yo ayudé desde fuera con una marioneta prefabricada: el rey oso.

reyosospayasozombie2Cuando los niños no sabían por dónde seguir, lo que es completamente normal hasta que cogen la dinámica de improvisación, el rey oso intervenía, a modo de narrador:

– «Aquella mañana todo el mundo paseaba con tranquilidad por la ciudad… hasta que apareció el payaso-zombie y nos asustó a todos…»

Payaso-zombie.- ¡Auuuh! ¡¡¡Soy muy malo!!!!

Rey Oso.- (pasando a ser personaje de la acción) ¡Ah, qué susto!

Payaso-zombie.- ¡Uuuh!

Rey Oso.- ¡Ah!

Payaso-zombie.- ¡Uuuh!

Rey Oso.- ¡Ah!

Payaso-zombie.– ¡Uuuh!

Rey Oso.- (asustando) ¡Uuuh!

Payaso-zombie (asustado).- ¡Aaah!

La dinámica del «cazador cazado» (o si si me permite «el asustador asustado»), más vieja que Maricastaña en el teatro de títeres, funcionó al momento con los niños.

Después, Batman entraba en escena:

batmanBatman.- ¡Toma, payaso-zombie! (aporreando a la otra marioneta).

Rey Oso (narrador).- Y Batman y el payaso-zombie se enzarzaron en una terrible lucha (mientras las marionetas se dan golpetazos, la cabeza del Payaso-zombi se sale un par de veces de su sitio, a Batman se le descoloca la máscara; en fin, una lucha terrible). De pronto, Batman y el pasayo-zombie descubren que están muy casados (las marionetas respiran pesadamente). Pero siguen luchando (repetimos la dinámica de lucha-cansancio tres veces).

Batman.- ¿Sabes lo que te digo, payaso-zombie? Que ya estoy harto de pelear, ¿nos hacemos amigos?

Payaso-zombie.- Sí, mejor será…

Rey Oso (narrador).- Y se van tan contentos… ¡Fin de nuestra obra de aventuras!

Sencilla pero clásica. Y los clásicos siempre funcionan, más si tienen final feliz.

A continuación probamos, sin pretenderlo, con la comedia, poniendo en práctica una deliciosa mezcla de la realidad del momento de los niños (la merienda) con la ficción que ellos están construyendo.

Batman sale a escena.

Batman.- Estoy preocupado. Creo que nos acecha un gran peligro.

Pasayo-zombie.- (R entra en escena con una magdalena de la merienda en la boca que no ha terminado de masticar) Fuhasdjhasdlklk…

Batman.- ¿Qué quieres decir?

Payaso zombie.- Fuajhasdjaslñdj…

Batman.- ¡No te entiendo! ¿Qué pasa? ¿Estamos en peligro? ¿Por qué venías tan corriendo?

Payaso zombie.- Fujhasdjkasjlkd…

Batman.- ¡Que no te entiendo Payaso-zombie! ¿Estamos en peligro?

Payaso-zombie (tragándose la margalena por fin). – No, no. Sólo decía que la magdalena está muy buena.

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Risas de R. Risas de A. Risas del rey oso. Así que no queda más remedio que cerrar el telón. Una vez «fijados» los textos improvisados, repetimos la acción dos veces y llamamos a papá para el estreno. Ni que decir tiene que el rey oso, además de narrador y personaje, tiene que apoyar a las marionetas como apuntador. Pero el estreno es un éxito, a juicio de nuestro único espectador que, claro está, no es objetivo. Lo que sí es seguro es que los tres nos lo hemos pasado en grande, los niños han comprendido la utilidad de sus marionetas y  han interactuado con ellas poniendo en práctica todo lo aprendido durante estas últimas semanas.

Nuestro taller de marionetas ha terminado por hoy. Aunque en cualquier momento «resucitamos» al payaso-zombie y a Batman y hacemos la tercera entrega de sus aventuras.

¿Y las vuestras?

[Si os habéis perdido la primera y la segunda parte de las fases de nuestro taller de marionetas pinchad en los links.]

Taller de marionetas: un proyecto en tres fases (II)

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buen ángulo

Brazo en ángulo correcto para sujetar la marioneta cuando el titiriterio también está en escena

Como íbamos diciendo, el segundo estadio de nuestro taller de marionetas estuvo basado en el aprendizaje de la manipulación de la marioneta. Obviamente, va más allá de una noción básica de que la marioneta debe mantenderse recta con el brazo ligeramente flexionado y separado del cuerpo del titiritero. Lo realmente indispensable a la hora de manejar una marioneta es no olvidar nunca que  debe parecer viva todo el rato y no sólo cuando habla. Esto significa que debe estar siempre erguida (a menos que esté triste), mirando al público o a quien esté hablando en ese momento y reaccionando ante lo que pasa a su alrededor.

Una vez que los niños (y los adultos) interiorizamos eso, ya tenemos adquirida la mitad de la técnica. Después hay que encontrarle los matices a la marioneta. Para ello es bueno realizar con los niños previamente un «calentamiento». Nosotros en los talleres solemos  hacerlo mediante el juego de «abro la cajita» de  Franco Passatore [Fraco Passatore et al., Yo soy el árbol (tú el caballo), Barcelona, Reforma de la Escuela, 1984] adaptándola a las emociones. Los niños se acurrucan en el suelo (ellos son simbólicamente la cajita) y el adulto dice:  «Abro la cajita… y estoy ¡contento!» En cuanto los niños escuchan la emoción deben representarla con todo su cuerpo. Después el adulto vuelve a instarles «cierro la cajita» para que los niños retornen a la posición inicial a la espera de una nueva consigna. Con esta dinámica se pueden «practicar» todas las emociones, actitudes o posturas que interesen (somos animales, estatuas, bólidos, etc.)
brazocon marioneta

Brazo con marioneta

Una segunda fase del juego consiste en que los niños no representen corporalmente la emoción como lo harían naturalmente sino de la forma en que creen que lo haría la marioneta (mucho más rígidos y con menos capacidad de movimientos, claro está). Esto les suele resultar muy divertido y motivador.

Ahora que ya hemos «calentado» es hora de coger la marioneta y representar con ella esas emociones que antes hemos realizado físicamente. Los niños ahora serán mucho más conscientes de la «limitación» de movimientos que tienes sus marionetas: que deben inclinarse adelante y atrás para decir «sí» y girar enteras hacia los lados para decir «no»; agachar la cabeza si están tristes y dar pequeños saltitos cuando están contentas; moverse temblequeantes cuando tienen miedo, etc. Es cuestión de incitarles un poco y ellos mismos comenzarán a explorar con mucha más intuición de la que en un primer momento puede esperar el adulto.

Ahora, sólo falta el tercer paso de nuestro taller de marionetas: la puesta en escena…

A y R ensayando con sus marionetas

A y R ensayando con sus marionetas

[Si te has perdido la primera fase de nuestro taller de marionetas pincha aquí]

Taller de marionetas: un proyecto en tres fases (I)

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Los maestros, en especial los de Educación Infantil, suelen utilizar la estrategia del trabajo «por proyectos» para lograr un aprendizaje significativo y un alto grado de motivación en los niños. Se trata de actividades donde los niños tienen mucho poder de decisión y que, con una temática/objetivo común, se llevan a cabo a lo largo de varios días o semanas. Requieren una fase previa de investigación sobre el tema elegido, y luego una exploración y un aprendizaje de esa temática a través de varias disciplinas distintas: manualidades, representaciones, pintura, etc.

Las últimas semanas hemos llevado a cabo en casa un «taller de marionetas». La primera fase la basamos en la elección del personaje que cada uno iba a elaborar y en la búsqueda de la «forma» de la marioneta en varios libros de manualidades.

R escogió a Batman y A a un zombie… Sobran las palabras. La técnica para la elaboración de la marioneta que escogimos entre todos fue la basada en bolas de poliespán para las cabezas. En otros talleres con el grupo de cuentacuentos habíamos probado la técnica de las marionetas de calcetín con resultados parecidos.

Así que, ¡manos a la obra! Lo primero era reunir los materiales:

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– Una bola de poliespán de 10 cm de diámetro para la cabeza

– Un palillo chino

– Fieltro de colores para la ropa

– Foam para las manos

– Lana para el pelo

– Témpera para los detalles de la cara

– Pegamento, tijeras, etc.

(Todos estos materiales los podéis encontrar fácilmente en cualquier papelería grande, tipo Folder o Carlin).

El primer paso a dar en la fabricación de nuestra marioneta probablemente será el que más disfruten los niños: ¡ensartar el palillo chino en la bola de poliespán! Así, ya tendremos la cabezota y el «esqueleto» de la marioneta. El palillo también nos servirá para agarrar la marioneta y manipularla. Es conveniente, aunque no imprescindible, que recubráis la bola de poliespán con un trozo de media de nilón de color carne para darle más «verosimilitud» a la piel del muñeco.

Una vez hecho esto, ha llegado la hora de vestir convenientemente a nuesta marioneta. Para facilitar la tarea pongo aquí los patrones que usamos nosotros. Obviamente, cada pieza ha de ser doble y después de recortarlas podemos unirlas con pegamento o cosiéndolas. Aunque la costura es menos «colaborativa» que el pegamento y los niños pueden dispersarse un poco mientras el adulto cose, nosotros decidimos coserlas para que resultasen más duraderas. Con mis hijos todo debe ser «a prueba de bomba».

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Nosotros sólo usamos F para el traje, J para las manos y K para la capa de Batman

Para unir la ropa al esqueleto de la marioneta (bola de poliespán + palillo chino) lo mejor es coserla al cuello. Ahora es el momento de  recortar las manos en el foam.  Nosotros las unimos a la marioneta con grapas. Con esto ya está acabado el cuerpo, pero falta lo más importante, ¡los detalles! Pintarle la cara con las témperas y pegarle el pelo de lana o los complementos. Así quedaron las nuestras

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El Batman de R

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El zombie de A

A la vista queda que A se emocionó considerablemente con la fase de pintura facial y el zombie quedó muy colorido. R opinó que parecía más bien un payaso y lo bautizamos como «el payaso-zombie» lo que, a juicio de cualquier adulto, seguro que da mucho más miedo que un simple y mero zombie…

Aunque esta primera parte del proyecto tuvo algún momento flojo (no preví que se podían desmotivar mientras yo cosía los trajes; para la próxima vez es mejor que el adulto se ocupe de eso sin los niños delante para no hacerlos esperar) puedo decir que, en cuanto a motivación, fue todo un éxito. R se ha marchado muchas mañanas a clase diciéndome que «no tocara nada de la marioneta que quería seguir haciéndola él por la tarde».

Con esto, la primera fase de nuestro taller de marionetas estaba terminada, pero todavía quedan dos más para completar el «proyecto»: aprender a darle vida a la marioneta y poner en escena una pequeña obrita con ellas.  Con ello, no sólo disfrutaremos de los beneficios del «arte dramático», sino que dotaremos de más sentido todo el tiempo invertido en la fabricación de la marioneta pues les enseñaremos a los niños su utilidad «práctica».