Y llegó el momento de la representación. Pero antes, no hay que subestimar la importancia de toda la preparación que ello implica. Basamos nuestras obritas en la improvisación. Las marionetas de R y A comenzaron a interactuar la una con la otra:
– Hola Sr. Batman, encantado de conocerle.
– Lo mismo digo, Mr. Payaso-Zombie.
Yo ayudé desde fuera con una marioneta prefabricada: el rey oso.
Cuando los niños no sabían por dónde seguir, lo que es completamente normal hasta que cogen la dinámica de improvisación, el rey oso intervenía, a modo de narrador:
– «Aquella mañana todo el mundo paseaba con tranquilidad por la ciudad… hasta que apareció el payaso-zombie y nos asustó a todos…»
Payaso-zombie.- ¡Auuuh! ¡¡¡Soy muy malo!!!!
Rey Oso.- (pasando a ser personaje de la acción) ¡Ah, qué susto!
Payaso-zombie.- ¡Uuuh!
Rey Oso.- ¡Ah!
Payaso-zombie.- ¡Uuuh!
Rey Oso.- ¡Ah!
Payaso-zombie.– ¡Uuuh!
Rey Oso.- (asustando) ¡Uuuh!
Payaso-zombie (asustado).- ¡Aaah!
La dinámica del «cazador cazado» (o si si me permite «el asustador asustado»), más vieja que Maricastaña en el teatro de títeres, funcionó al momento con los niños.
Después, Batman entraba en escena:
Batman.- ¡Toma, payaso-zombie! (aporreando a la otra marioneta).
Rey Oso (narrador).- Y Batman y el payaso-zombie se enzarzaron en una terrible lucha (mientras las marionetas se dan golpetazos, la cabeza del Payaso-zombi se sale un par de veces de su sitio, a Batman se le descoloca la máscara; en fin, una lucha terrible). De pronto, Batman y el pasayo-zombie descubren que están muy casados (las marionetas respiran pesadamente). Pero siguen luchando (repetimos la dinámica de lucha-cansancio tres veces).
Batman.- ¿Sabes lo que te digo, payaso-zombie? Que ya estoy harto de pelear, ¿nos hacemos amigos?
Payaso-zombie.- Sí, mejor será…
Rey Oso (narrador).- Y se van tan contentos… ¡Fin de nuestra obra de aventuras!
Sencilla pero clásica. Y los clásicos siempre funcionan, más si tienen final feliz.
A continuación probamos, sin pretenderlo, con la comedia, poniendo en práctica una deliciosa mezcla de la realidad del momento de los niños (la merienda) con la ficción que ellos están construyendo.
Batman sale a escena.
Batman.- Estoy preocupado. Creo que nos acecha un gran peligro.
Pasayo-zombie.- (R entra en escena con una magdalena de la merienda en la boca que no ha terminado de masticar) Fuhasdjhasdlklk…
Batman.- ¿Qué quieres decir?
Payaso zombie.- Fuajhasdjaslñdj…
Batman.- ¡No te entiendo! ¿Qué pasa? ¿Estamos en peligro? ¿Por qué venías tan corriendo?
Payaso zombie.- Fujhasdjkasjlkd…
Batman.- ¡Que no te entiendo Payaso-zombie! ¿Estamos en peligro?
Payaso-zombie (tragándose la margalena por fin). – No, no. Sólo decía que la magdalena está muy buena.
Risas de R. Risas de A. Risas del rey oso. Así que no queda más remedio que cerrar el telón. Una vez «fijados» los textos improvisados, repetimos la acción dos veces y llamamos a papá para el estreno. Ni que decir tiene que el rey oso, además de narrador y personaje, tiene que apoyar a las marionetas como apuntador. Pero el estreno es un éxito, a juicio de nuestro único espectador que, claro está, no es objetivo. Lo que sí es seguro es que los tres nos lo hemos pasado en grande, los niños han comprendido la utilidad de sus marionetas y han interactuado con ellas poniendo en práctica todo lo aprendido durante estas últimas semanas.
Nuestro taller de marionetas ha terminado por hoy. Aunque en cualquier momento «resucitamos» al payaso-zombie y a Batman y hacemos la tercera entrega de sus aventuras.
¿Y las vuestras?
[Si os habéis perdido la primera y la segunda parte de las fases de nuestro taller de marionetas pinchad en los links.]